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Castlevania y el aria de las almas

La saga Castlevania es una de las grandes del mundo del videojuego, que pese a algunos altibajos, ha encandilado a fans de todo el planeta.

Su paso por la Game Boy Advance nos dejó tres juegos: Circle of the Moon (el que menos “cuajó” de los tres), Harmony of Dissonance, y el del que hoy voy a hablar Aria of Sorrow (Konami, 2003).

El juego nos lleva por primera vez en la saga al futuro, concretamente al año 2035, y nos pone en la piel del joven Soma Cruz, un estudiante de intercambio que se encuentra en Japón. Mientras sube las escaleras del santuario Hakuba para ver junto a su amiga Mina (sacerdotisa del templo) un eclipse solar, se percata de que algo raro está ocurriendo porque la subida se le está haciendo especialmente larga. Una vez arriba, mientras observan el espectáculo, son trasportados a un castillo, concretamente al castillo de Drácula, que se encontraba sellado en el eclipse. Allí son salvados del ataque de unos monstruos por un hombre misterioso llamado Genya Akirado. En ese momento Soma absorbe el alma de uno de los enemigos, y Genya nos da la misión de investigar el castillo y llegar hasta el fondo del asunto.

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Durante nuestro recorrido por el castillo nos encontraremos con diferentes personajes. El malo de turno es Graham Jones, el líder de una extraña secta que intenta apoderarse del poder de Drácula. También nos encontramos con la maga Yoko Belnades (otra familia famosa de la saga), que se encuentra en el castillo para seguir de cerca a Graham.

Otro de los personajes es el misterioso J, un hombre que ha perdido la memoria y está intentando esclarecer su pasado. Casi al final de juego se nos revela su verdadera identidad: es nada más y nada menos que Julius Belmont, el único miembro de la familia más famosa de cazavampiros que aparece en el juego y que luchó en la gran guerra del Castillo en 1999, que finalizó sellando el castillo del malvado Drácula en el eclipse solar.

El último personaje del juego es Hammer, un militar del ejército de Estados Unidos que ha sido enviado a investigar. Aunque cuando nos crucemos con él, pasa del tema y abre una tienda a la entrada del castillo. Sí, Hammer es así, está encerrado en un castillo sellado en un eclipse y piensa en como sacarse unas pelas de más.

Como todo Castlevania que se precie, tiene también los enemigos clásicos de la saga, desde el esqueleto hasta el mayor sirviente de Drácula, la Muerte. Pese a estar ambientado en el futuro, no hay casi ningún enemigo que nos recuerde a una época más actual.

Como los otros dos de la GBA, la jugabilidad bebe directamente del mítico Symphony of the Night, es decir es lo que viene siendo un “metroidvania”, recoger distintas habilidades desperdigadas por el castillo para poder seguir avanzado.

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Sin embargo, Aria of Sorrow introdujo un nuevo sistema de ataques secundarios en lugar de las clásicas sub-armas como la cruz o el agua bendita, puesto que la habilidad de Soma es la de poseer las almas de los enemigos derrotados. El problema es que a parte de las almas que se consiguen durante el desarrollo del juego, el resto de almas las sueltan los enemigos al azar, por lo que a veces te puedes tirar horas matando bichos en busca de un alma en concreto. En esta ocasión los corazones dejan paso a una barra de magia para activar las almas, aunque no desaparecen, ya que sirven para recargar dicha barra. Las almas se dividen en cuatro grupos:

– Almas rojas: Son las de ataque o “disparo”. Básicamente te permiten realizar un ataque de un enemigo a cambio de un poco de la barra de magia. Una de estas es la del esqueleto de toda la vida, que permite arrojar un hueso a los enemigos.

– Almas Azules: Son de apoyo o “guardianas”. Sirven para invocar un familiar para que nos ayude o para transformar a Soma. La primera que encontramos de este tipo no permite caer más lentamente.

– Almas doradas: Son habilidades pasivas, como aumentar alguna estadística o darte alguna habilidad extra, como el poder de comer alimentos en mal estado. Dentro de este grupo están las dos almas que más tienes que ir cambiando en el juego, y son las que te permiten andar por el agua o por debajo de ella. Uno de los mayores problemas del juego está en que en ciertas partes, tienes que entrar constantemente en el menú para cambiarlas, lo que acaba haciéndose muy pesado. Por suerte, esto fue arreglado en la continuación del juego.

– Almas Grises: Son las que dan diferentes habilidades, como el doble salto.

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Además de las almas, tenemos un amplio arsenal de armas y armaduras que Soma va encontrando por el castillo. También hay diferentes accesorios, entre los que destaca el Anillo de Almas, que pese a ser el más caro del juego (culpa de Hammer), aumenta la probabilidad de que los enemigos nos suelten su alma, lo que facilita mucho terminar la colección.

Como otros títulos de la saga, Aria of Sorrow tiene tres finales distintos: uno normal, otro malo y el final bueno. Dependiendo de lo que hagamos, y más concretamente de las almas que usemos en el combate contra Graham y el resultado del verdadero combate final, podemos obtener uno u otro final. El normal se obtiene pasándose el juego normalmente. Si derrotamos a Graham con unas determinadas almas podemos acceder a la última zona del juego y enfrentarnos con el verdadero jefe final.

Incluye además dos modos desbloqueables al pasarse el juego, el típico modo Boss Rush, en el que tendremos enfrentarnos a todos los jefes finales del juego en el mejor tiempo posible, y el modo Julius, en el que recorrernos el castillo una vez más, pero como Julius. También incluye una opción para intercambiar almas con otro cartucho, pero por desgracia las opciones multijugador se quedan en eso (aunque tampoco es que la saga tenga muchos modos para varios jugadores en general).

La banda sonora, como en todo juego de la saga, es de lujo. Tanto la música de cada zona como los efectos de sonido, son geniales. Los compositores de Konami volvieron a realizar un trabajo magnífico, todos los sonidos acompañan perfectamente al juego. Créeme, no querrás jugarlo con el volumen bajo.

El objetivo es simple, pero efectivo: guiar a Soma por las distintas zonas del castillo (que incluye desde un jardín laberíntico, la torre del reloj de siempre, y hasta un coliseo), obteniendo las almas de los enemigos, subiendo de nivel y venciendo a los jefes. Aunque sigue la estela creada por Symphony of the Night, el nuevo sistema de almas, que por primera vez en la saga aparece, y la genial historia que tiene (especialmente la parte del final bueno), le dan un gran toque al juego, haciendo de Aria of Sorrow un juego obligado para todos y uno de los mejores juegos de GBA.

Como puntos negativos, puede hacerse un poco cargante abrir todo el rato el menú para cambiar las almas equipadas, sobre todo como ya he dicho antes, en el caso de las que permiten andar sobre el agua o debajo de ella. También resulta curioso que pese a estar situado en el futuro, no hay cosas de épocas más actuales, salvo alguna pistola o el rifle positrónico que podemos obtener al batir el Boss Rush en cierto tiempo. Otro punto negativo, puede ser que el modo Julius no tenga como jefe final a cierto enemigo, cosa que cambia en la continuación del juego que salió para Nintendo DS, Dawn of Sorrow, dando más sentido a este modo extra. Por último, no hubiera estado de más una mayor explicación de lo que ocurrió en la guerra de 1999 (aunque espero que Konami le dedique un juego, y al fin el bueno de Julius tenga su propio título).

Si nunca has jugado a un juego de la saga o nunca has probado un “metroidvania”, este un juego perfecto para empezar. La dificultad no es excesivamente elevada y es fácil hacerse con el sistema de las almas.

Seas fan o no de la saga, te guste o no el cambio que causó la llegada de Symphony of the Night, Aria of Sorrow es un gran juego que debes probar si no quieres perderte uno de los mejores juegos que nos dejó la GBA.

Por Carlos Triviño

Hey! Soy Carlos, apasionado de los videojuegos, Nintendero desde hace mucho tiempo y el especialista en juegos retro de Blogtendo. Desde que se me ocurrió investigar sobre la historia de los videojuegos me enganché con lo retro y aún no lo he soltado.