Después de jugar por horas y horas a un mismo juego (más de dos días enteros), todo jugador siente que ya está llegando al final del mismo, pero eso, la verdad, es que no pasa con Xenoblade Chronicles X. Tranquilamente después de esa cantidad de horas, tal vez ni siquiera has llegado a la mitad.
Según los números de www.howlongtobeat.com, en pasar el juego se tarda un promedio de 100 horas, mientras que para completarlo al 100%, se tarda aproximadamente 203 horas (si, si, casi 9 días enteros). ¿Podría alguien quejarse de esto? Indudablemente sí, hay mucha gente a la que le pareció demasiado grande el juego, pero vamos…claramente no sabían en donde se estaban metiendo cuando decidieron jugarlo.
Para serles completamente sincero, yo no había jugado ni la entrega original de Wii, hasta mediados de este año, cuando tuve la posibilidad de comprar la versión para la New Nintendo 3DS, y yo tampoco sabía en lo que me estaba metiendo. De hecho, al principio, fue un poco abrumador, pero después no me arrepentí ni un poco de jugarlo. Pero bueno, algo similar me paso con el Xenoblade Chronicles X, es una de las mejores adiciones a mi biblioteca de juegos de Wii U y de eso les vengo a hablar hoy (especialmente tratando de no spoilearles nada).
Algo fantástico que se empieza a ver en esta última generación de juegos, son mundos sin límites. Si bien es cierto, que el género “open world” o mundo abierto (básicamente de exploración) existe desde el Super Mario 64 o desde el Legend of Zelda: Ocarina of Time, recién últimamente se están diseñando juegos que realmente transcurren en un mundo abierto, y Xenoblade, en mi opinión, es uno de los mejores, sino el mejor en este género hasta el día de la fecha (esperemos a ver que nos trae Nintendo con el nuevo Zelda de Wii U).
Todos los lugares que el jugador ve, los puede alcanzar; y este mundo ficticio a su alrededor, se convierte en una pintura viviente, donde los paisajes se vuelven algo fabuloso a la vista y por momentos te hace sentir que estas dentro de una gran (y larga) película.
Sí, sabemos muy bien que esta implementación de paisajes y mapa gigantesco, se ha visto en muchos JRPGs (del estilo Final Fantasy XIII), pero en casi todos los casos, después de que la historia se vuelve aburrida, el jugador se encuentra inmerso en un mapa enorme, donde lo único que hace es luchar contra diferentes enemigos, uno detrás del otro, mientras le cuentan una historia. En cambio, Xenoblade Chronicles X, hace hincapié en el Gameplay (y seamos sinceros, es lo que tiene que resaltar), y el jugador empieza a fijarse más en las mecánicas dentro del juego, para descifrar la forma más eficiente de derrotar a los formidables monstruos del planeta Mira.
Por otro lado, una de las cosas más molestas, es lo aleatorio de las criaturas. Al lado de un “dinosaurio” gigante nivel 60, te encuentras con un animal tipo “mapache” nivel 3, algo que en mi opinión le saca un poco de dinamismo al juego.
Si bien Xenoblade Chronicles X, no es una secuela directa del exitoso juego de Wii, tiene sus ideas centrales como núcleos: las batallas en tiempo real, donde el jugador trata de ejecutar combos junto con sus compañeros de equipo y también la exploración de este basto mundo. La principal diferencia entre este Xenoblade y la “precuela”, es que en lugar de ir explorando de una manera lineal e ir desbloqueando nuevos lugares, ahora el jugador tiene el mundo entero de Mira a su disposición, exceptuando el hecho de que apenas inicia el juego, es imposible derrotar a la gran mayoría de los enemigos.
Una cosa que me sorprendió mucho y para bien, fue cómo, a pesar de ser batallas en tiempo real, los compañeros de equipo te indican qué es lo que necesitan de su “líder” para ganar la batalla, sea con ataques directos o con cosas que los ayudan a ellos a luchar mejor. Al principio, como que molestaba que dieran ordenes, pero luego caes en la cuenta de lo mucho que ayudan.
Creer que uno entiende y puede ejecutar de manera correcta todos los comandos en las batallas luego de horas y horas de jugar Xenoblade Chronicles X, es algo común, pero tarde o temprano te das cuenta que no estabas ni cerca de hacer las cosas bien, cuando de la nada misma te sale un boss tan terrible que te destruye, no una, sino 3 o 4 veces sin estar ni cerca de derrotarlo. Después de esa humillación, el mismo juego te pregunta si quieres jugar ese boss en una dificultad inferior (porque claramente no lo puedes derrotar de otra manera), y ahí es cuando recibes un baldazo de agua helada, y empiezas a replantearte la forma en la que encaras cada pelea. Por ahí a ustedes les parece algo habitual, pero no he jugado muchos juegos con esa complejidad, que luego de muchísimas horas te sorprenda nuevamente.
Si vamos a hablar de complejidad, me parece que lo más importante para mencionar, son los “Skells”, o como lo diría yo en español: esos robots gigantes imposibles de controlar. Personalmente creo, que eso es una mejor explicación de lo que son esas increíbles maquinas. Le dan un agregado enorme al juego, y al mismo tiempo una complejidad igual de grande. Ya solo aprender a conducirlos es una tarea ardua (les aseguro que me sentí que estaba aprendiendo por primera vez a conducir un avión, no tenía idea que estaba haciendo). Tranquilamente podría haber habido un juego aparte solo sobre los Skells, pero me alegra que sean parte de Xenoblade Chronicles X.
Tranquilamente podría seguir explayándome sobre este juego, pero sería la reseña más larga jamás escrita y seamos sinceros, el juego tiene contenido como para seguir hablando y hablando por horas, pero lo voy a dejar aquí, que así tienen más cosas para sorprenderse, si es que deciden jugarlo ustedes mismos. Como un aspecto negativo, puedo decir que me hubiera gustado la inclusión de un manual grande en una edición de colección o algo así, donde se pudieran apreciar bien la profundidad de este mundo tan amplio (igualmente pueden descargar aquí un manual de 142 páginas si lo desean).
Para finalizar: felicitaciones a Nintendo y a Monolith Soft por haber creado el mejor juego RPG del 2015.