Como en toda historia de amor, siempre hay un principio y un final, el final lo sabréis más adelante, pero el principio fue el siguiente:
Recuerdo que un día viendo la televisión, aparecieron unos avances de una serie de dibujos animados. Lo primero que pensé fue que se trataba de Mega Man (salía un bicho azul junto a otros más grandes que parecían robots), pero después, al fijarme más detenidamente, leí el nombre que me marcaría para toda la vida, Pokémon (resulta que en realidad había visto a Squirtle y a otros pokémon gigantes, que aparecían en un capítulo en el que Ash llegaba a una isla o algo así XD).
Ese fue mi primer contacto con la saga. El segundo y el definitivo para engancharme totalmente, ocurrió unos meses después, cuando mi madre, después de que le insistiera un millón de veces, decidió comprarme el Pokémon Amarillo junto a la Game Boy Color verde (¡te quiero mamá!).
Todavía recuerdo ese momento en el que sentado sobre la parada del autobús, encendí por primera vez mi Game Boy, y después de su sonido clásico, apareció en letras grandes: «Pokémon Edición Amarilla» (por supuesto, después de verme la increíble intro del juego).
Tal vez la mejor anécdota que tengo de él, fue cuando sin querer se me cayó la consola al suelo mientras estaba jugando. Asustado, la encendí rápido por miedo a que no funcionara, cual fue mi sorpresa al darme cuenta que mi partida guardada había sido modificada de forma extraña, añadiendo pokémon que nunca antes había tenido, como un Electabuzz (no se podía capturar en el juego) o dándole vida extra a mis pokémon (la barra verde de la vida sobresalía del cuadro). Pero sin duda lo mejor fue, cuando navegando por las cajas del PC, encontré un Kabutops (no lo tenía en mi partida). Tal vez penséis que el bicho no tiene nada de emocionante y tenéis razón, pero no era el pokémon lo interesante, sino sus ataques o mejor dicho, un ataque que nunca antes nadie hubiera imaginado que sería capaz de aprender, ¡VUELO! Sí, mi Kabutops podía volar.
Por supuesto, no esperé mucho a verlo en acción en una pantalla más grande, y esa misma tarde (fue por la mañana cuando se me cayó el juego), fui a casa de mi primo a jugar en su Nintendo 64 que por aquel entonces tenía Pokémon Stadium (no recuerdo si el 1 o el 2). Después de conectar el juego en el «aparatito» que permitía pasar mis pokémon de la portátil a la de sobremesa, pude observar en todo su resplandor como mi Kabutops se elevaba en un turno, para al siguiente atacar en picado. Sin duda es uno de los mejores recuerdos que tengo de mi infancia.
Lamentablemente, el tiempo pasó y tuve que desprenderme de mi Pokémon Amarillo, lo cual provocó que también perdiera a mi Kabutops volador, pero bueno, la vida es así y uno siempre debe saber reponerse ante las adversidades, y así fue como llegó a mis manos Pokémon Plata.
El juego trajo consigo una segunda generación (la mejor para mí sin lugar a dudas) y junto a ella pokémon nuevos que hizo de mi niñez los mejores años de mi vida. La primera vez que lo jugué, escogí a Chikorita, uno de mis pokémon favoritos, pero no fue hasta la segunda vez que empecé (reinicié el juego porque quería nuevos retos), cuando conocí a mi favorito de todos, Cyndaquil (me encantaba el ataque Rueda Fuego). Como Pokémon Amarillo me había llegado a una edad muy corta, fue este juego el que hizo que madurara un poco más y empezara a tener en cuenta subir a mis pokémon al máximo nivel posible, aunque tan solo llegué al 72 (para mí ese ya era un récord).
Tiempo después, se puso a la venta Pokémon Cristal y como venía siendo tradición, me lo compré. Recuerdo que fue en esta edición cuando probé por primera vez (y última) la clonación (yo iba para científico), pero solo lo hice por probar, nunca le llegué a ver la gracia, aunque eso sí, para conseguir varias master ball era muy útil. Lo más destacado que recuerdo, fue que conseguí batir mi record subiendo hasta el 82 a Typhlosion (no podía ser otro).
Y entonces llegó el 2003 y con ello el estreno de Pokémon en la Game Boy Advance. En esta ocasión, fue la edición Rubí la que llegó a mis manos. Aparte de ser el primer juego de la saga en el que conseguí subir todo mi equipo al nivel 100 (tenía un equipazo) y completar la pokédex, también fue en el que mejor me lo pasé (con él tengo otro récord de horas jugadas).
Luego llegaría Pokémon Rojo Fuego, pero ese poco importa, ya que fue una reedición y bueno, digamos que me lo pasé bien jugando con él, pero ya no fue tan emocionante como en versiones anteriores. Aunque si en algo tengo que destacarle, es que tuvo el honor de convertirse en el último juego de Pokémon que me compré.
Las ediciones que llegaron después como Pokémon Diamante/Perla, Blanco/Negro y Blanco/Negro 2, a pesar de haberlas jugado, nunca me llamaron la suficiente atención como para comprarlas, por una parte porque mis gustos ya habían cambiado (prefería gastarme el dinero en otras cosas) y por otra parte porque el camino que estaba siguiendo la saga ya no me gustaba.
No sé vosotros, pero para mí, a partir de la 4ª generación, Pokémon empezó a decaer y el mejor ejemplo está en los propios pokémon, en los que se ve claramente la pocas ganas que pusieron en ellos a la hora de crearlos o mejor dicho, se notó que las ideas empezaban a escasear. Vale, los de la cuarta se salvan, pero es que los de la quinta generación, ¿un helado? ¿Una bolsa de basura? ¿En serio?
Pero bueno, apartemos los malos recuerdos para dejar hueco a los buenos, esos que te tocarán vivir si decides comprarte Pokémon X/Y, porque no sólo se trata de una nueva generación con nuevos pokémon a los que capturar o un nuevo mundo que recorrer, hablamos de una revolución que hará que cambiemos nuestra manera de jugar y de ver el mundo pokémon.
Parece mentira, que hayamos tenido que esperar tanto tiempo para que por fin Game Freak reaccionara y decidiera sacar un buen juego en condiciones, que nos haga recordar ese sentimiento de los primeros. Todavía me acuerdo de mi cara de asombro y de emoción que se me quedó a principios de año, después de ver aquella Nintendo Direct en la que anunciaron el lanzamiento de las nuevas ediciones. De verdad, es algo que tardaré muchos años en olvidar, porque para mí no sólo fue un anuncio, sino una forma de decir: ¡Aquí estamos otra vez! Hoy por fin Pokémon vuelve a ser Pokémon; y es verdad, ha vuelto, y esperemos que siga así por muchos años más.
Muy Bien. Ha llegado el momento. ¡Vuestra propia leyenda Pokémon está a punto de comenzar! Viviréis aventuras emocionantes y pasaréis momentos difíciles. ¡Todo eso y mucho más os está esperando! Ahora iros. ¡Entrar en el mundo Pokémon!